PREGÓN DE
ADVIENTO
Necesitamos,
Señor, justo en estos momentos, escuchar palabras ilusionantes.
Necesitamos
escuchar profetas que animen nuestra esperanza. Necesitamos convencernos de que las
promesas de los antiguos profetas han tenido su realización en Jesucristo, por quien tú has
reconciliado todas las cosas. Gracias a ellas sabemos, esperamos, que la guerra y sus
terribles secuelas no son la última palabra de la historia de los hombres. Que la paz no es
un vago y vaporoso deseo de gente ingenua, utópica, que no tiene los pies en el suelo. Tu
promesa nos hace descubrir que la paz es el destino de la humanidad, el estado natural de
la naturaleza y el designio de Dios. Que los que pecan de falta de realismo son los que
promueven la guerra, porque no confían en el hombre y sus recursos; porque no
se atreven a
hacer la experiencia de la no violencia; porque no son capaces de experimentar que al mal
sólo se vence con el bien; a la injusticia, con el perdón; a la violencia, con
la paz.
- “Brotará
un renuevo del tronco viejo de Jesé, un vástago florecerá de su raíz”.
.-
Necesitamos palabras de esperanza, por eso recurrimos a Isaías, el profeta del Adviento,
por medio del cual tú, Señor, nos sigues diciendo cosas maravillosas:
- “No
juzgará por apariencias… hará justicia a los sencillos… será la justicia el
ceñidor de sus
lomos… Habitará el lobo con el cordero”.
- “Sed
fuertes, no temáis… se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará… Llegarán los rescatados,
los liberados del Señor. Llegarán entre gritos de júbilo; la alegría
iluminará su
rostro, gozo y alegría los acompañará, la tristeza y el llanto se alejarán”.
-
“Convertirán las espadas en erados, sus lanzas en podaderas. No alzará la
espada nación
contra nación ni se prepararán más para la guerra”… Venid, caminemos a su luz”.
- “Al final
de los tiempos estará firme el monte de la casa del Señor…"
- “Hacia él
confluirán las naciones, caminarán pueblos numerosos. Dirá: venid, subamos al
monte del Señor…”
- “¡Yo haré
derivar hacia ella, como un rio la paz, como un torrente la justicia!”.
ORACIÓN
Pero, ¿para
cuándo, Señor, el cumplimiento de estas promesas? ¿Para cuándo llegará el día en que la
justicia y la paz se besen? ¿Para cuándo ese día en que los hombres vuelvan a
ser hermanos?
¿Para cuándo el respeto a la obra de tus manos? ¿Hasta cuándo las mareas negras del
egoísmo, del afán de lucro, de los negocios sucios, seguirán avanzando por nuestros
mares, destrozando tu obra, Señor? ¿Hasta cuándo guerras, los atentados terroristas,
las reacciones violentas entre los pueblos?
En medio de
tantas preguntas nuestra oración se vuelve ahora hacia ti para pedirte que nos enseñes a
comprender tus palabras. Acoge los deseos de tantos hombres y mujeres, que
como nosotros, no han perdido la esperanza y quieren ver tus promesas hechas
realidad.
“Se acerca
ya el tiempo de salvación; disponed, pues, la senda al Señor”. Salva, Señor, al mundo de sus
cegueras y de sus crueldades, de sus cadenas y sus miserias, de todas sus profundas
llagas. Salva a los oprimidos que esperan justicia, a los hambrientos que
sueñan con el pan,
a los que no ven llegar el día de su libertad. Traemos ante ti, Señor, a todos
los que
necesitan y esperan la salvación, a todos los condenados al olvido, a la
marginación, a la pobreza.
Ven, Señor, a salvarnos.
“Vivid
unidos en el amor”. ¿Cuándo los hombres dejarán de verse cono rivales? ¿Cuándo dejarán de
engañarse unos a otros? ¿Cuándo dejarán de verse como objeto y mercancía? ¿Cuándo los
conflictos se solucionarán en la mesa del diálogo y no en el campo de batalla? ¿Cuándo las
espadas se convertirán en arados? ¿Hasta cuándo el escándalo de la división entre los
cristianos? Traemos ante ti, Señor, a todos los que son víctimas del enfrentamiento,
de las guerras, de las divisiones, de las leyes injustas, de las barreras racistas…
Ven, Señor, únenos. Fortalece los lazos que nos unen y derriba las barreras que nos separan.
“El mundo
que vive en la oscuridad…”. Necesitamos tu luz, Señor: Para iluminar nuestros rincones
oscuros; Para alumbrarnos en nuestra noche oscura; Para guiarnos cuando vagamos
perdidos y sin rumbo. Para aumentar nuestra fe.
Para sacar a la luz la verdad y borrar la falsedad y la mentira. Ponemos ante ti, Señor, todas nuestras cegueras, nuestras oscuridades, ignorancias, desviaciones. Ven, pronto, Señor. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
“El Señor
está cerca, fuera el temor”… Necesitamos palabras de consuelo. Necesitamos que nos hables
al corazón.
Necesitamos que vengas y nos reconfortes. Necesitamos que nos quites el miedo al compromiso, el miedo a la pobreza, el miedo a ser los últimos, el miedo a amar sin reservas… Que nada nos turbe, y nada nos espante, pues sólo Tú bastas.
Necesitamos que vengas y nos reconfortes. Necesitamos que nos quites el miedo al compromiso, el miedo a la pobreza, el miedo a ser los últimos, el miedo a amar sin reservas… Que nada nos turbe, y nada nos espante, pues sólo Tú bastas.
Traemos ante
ti, Señor, a todos los asustados, a todos los que tienen que andar huyendo, como
fugitivos, de la pobreza, de la injusticia, de la opresión, a todos los que
mueren en cayucos y
pateras, a todos los que se quedan en el camino.
Ven, Señor, confórtanos en nuestras debilidades. Ven, Señor, quítanos el miedo a ser libres.
Ven, Señor, confórtanos en nuestras debilidades. Ven, Señor, quítanos el miedo a ser libres.
- “Quien a
Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta”.
- “El amor
de Dios no ha de ser fabricado en nuestra imaginación, sino probado por obras”.
- “Es virtud
de humildad no fiarse de sí, sino creer que Dios, le ayudará para animar y consolar y
enseñar a aquellos con quienes trata, y crece la caridad al comunicarse”.
- “Nada te
turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta. La paciencia todo lo alcanza”.
- “Como es
tanta la penuria de los tiempos que hoy pasamos, requiere Dios amigos fuertes para
sustentar a los flacos”.
- “No es
otra cosa oración, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces
tratando a solas con quien sabemos nos ama”.
- “La paz
habita en corazones unidos por el amor”.
- “Aprende a
refugiarte en El, nunca serás mejor recibido que cuando vayas cargado de penas”.
- “Hay
enfermedades que no están al alcance de los médicos y si a la vista del que ora”.
- “Cuando
Dios me llama, nada hay de cuanto se me pone delante por terrible y desagradable
que sea, que no lo asalte y atropelle”.
- “No tanto
has de temer tus defectos cuanto la soberbia que impide el humillarse, confesándolos”.
- “Fomenta
la luz interior, ella calentará tu corazón y dará fuerza a tus acciones”.
- En el
corazón del Adviento María se hace presente de una forma especial: Es la mujer
nueva, llena de gracia, escogida por Dios y con un si total en su corazón. La discípula
que acoge la Palabra, la abraza en su interior y nos enseña cómo esperar al
Señor.
La Madre que
nos cobija y adentra en los misterios de Dios, donde nace la Iglesia, hermosa, sin mancha
ni arruga.
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