En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros
pecados.
Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos
a otros (1 Juan 4, 10-11).
Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi
madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son
maravillosas, y esto lo sé muy bien! Mis huesos no te fueron desconocidos
cuando en lo más recóndito era yo formado, cuando en lo más profundo de la
tierra era yo entretejido. Tus ojos vieron mi cuerpo en gestación: todo estaba
ya escrito en tu libro; todos mis días se estaban diseñando, aunque no existía
uno solo de ellos. (Salmo 139)
No hay comentarios:
Publicar un comentario