RENUNCIA UNA PALABRA QUE ASUSTA
…porque
pensamos que dejamos, que perdemos…
Pero para el cristiano
la renuncia es algo fundamental, que nace del mismo Evangelio y que permite
abrirnos a la experiencia maravillosa de la misericordia recibida y compartida.
Jesús mismo dijo a sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese
a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la
perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 16,24 25).
Negarse a sí mismo es quizá la tarea más difícil que puede
existir. Es, muy de seguro, la más larga y, sin duda, la más dura. Nada más y nada menos que en negarme a mí
mismo consiste el seguirte, Señor.
Y entiéndase: seguir a Dios no consiste en hacer siempre lo que
no quiero, sino “en querer siempre lo
que Dios quiere para mí”. Es verdad que aquí me topo con un gran problema,
¿qué quiere Dios?
Y aquí vamos a Nazaret:
- María: San Lucas, en el capítulo 1 de su Evangelio, traza algunas características del asentimiento de la Virgen. Un Fiat progresivo, en el que el primer paso es la escucha de la palabra.
Todas las páginas de su vida, las claras y las oscuras, las conocidas y las ocultas, serán un homenaje de amor a Dios: un ‘sí’ pronunciado en Nazaret y sostenido hasta el Calvario.
El Fiat de María es
generoso. No sólo porque lo sostuvo durante toda su vida, sino también por la
intensidad de cada momento, por la disponibilidad para hacer lo que Dios le
pedía a cada instante.
- José: Vemos en su persona como siempre estaba oyente a la
voz de Dios; en cada circunstancia de su vida se ve la respuesta dirigida hacia la
voluntad de Dios.
Acoge a María como le dice el ángel, deja a un
lado sus propios razonamientos y asume lo que se le dice, enseñándonos a acoger
lo que se nos da en nuestra propia vida, aunque no comprendamos.
José se entregó completamente a esta misión que le fue encomendaba y puso su vida al servicio de ello. Aceptó todo por amor. Vemos como al igual que María, en cada circunstancia de la vida de José pronuncia también su «FIAT».
En la Familia Safa hoy:
Renuncia
es negarme a mí mismo/a, que no significa perseguir todo cuanto tenga nombre de
tristeza, sino todo cuanto tenga nombre de felicidad. Aun cuando suponga
renunciar a mis deseos, pero también cuando los implique: porque, nuevamente,
todo consistirá en buscar siempre querer lo que quiere Dios para mí.
«La dirección que Jesús indica es de sentido único: salir de nosotros mismos. Es un viaje sin billete de vuelta. Se trata de emprender un éxodo de nuestro yo, de perder la vida por él, siguiendo el camino de la entrega de sí mismo. Por otro lado, a Jesús no le gustan los recorridos a mitad, las puertas entreabiertas, las vidas de doble vía. Pide ponerse en camino ligeros, salir renunciando a las propias seguridades, anclados únicamente en él.» (Homilía de S.S. Francisco, 30 de julio de 2016).
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