La tercera parte del lema se refiere al mundo de las relaciones y nos invita a madurar en esa apertura y responsabilidad por medio de vínculos sinceramente fraternos entre nosotros y con los hombres y mujeres que encontramos en nuestro camino, vividos desde una armonía profunda del amor a Dios y el amor a los demás. Tanto la vida familiar como la comunitaria encuentran una inspiración en la vida de Jesús, María y José en Nazaret.
La espiritualidad de la
Familia Safa ha subrayado en la familia de
Nazaret algunas características del AMOR:
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Un amor
exclusivo por el Señor Jesús y por tanto universal con respecto a los hermanos.
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Un amor que
se manifiesta en las relaciones de afecto donde la esponsalidad, la paternidad, la maternidad y
la filiación son recibidas y entregadas como don, sin pretender dominar al
otro.
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Un amor que
se fía de la Palabra de Dios y contando con ella organiza su entrega a Dios y a
los demás.
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Un amor
fecundo en la disponibilidad a la acción y a la presencia del Espíritu Santo.
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Un amor
activo en el deseo de buscar y encontrar a Aquel que hace más fuertes a los
otros lazos de unión.
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Un amor
servicial, pues en Nazaret cada uno estaba al servicio de los demás.
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Un amor
misionero, J. M. y J. en sus relaciones familiares nos ofrecen un estímulo de
reflexión sobre nuestra misión que tienen como objetivo hacer que el mundo esté
efectivamente habitado por Jesús, lo mismo que en Nazaret. (Los vínculos que
unen en J.M. y J.)
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