Como Gabriel, el que persevera alcanza
A veces con los años viene como un cansancio, como una flojera, como una desgana espiritual. Ya no está el ardor juvenil. Se fueron los días en que el alma ponía en juego toda su fuerza para los sacrificios y la voluntad estaba al servicio de la fogosidad del espíritu para agradar a Dios. Es el momento del peligro de abandonar el estar en pie de lucha.
Cuando en los comienzos de su experiencia fundacional, sus compañeros lo abandonaron, él perseveró con constancia en su camino y, como dijo el Hno. Sulpicio: "Desde ese momento, nuestro venerable y piadoso Fundador no tuvo otros pensamientos, otros deseos, otros proyectos que la fundación de una sociedad religiosa". (Positio, p. 1105)
Por medio de esta virtud pudo soportar dificultades, incomprensiones y el cansancio. No tomaba en cuenta las cosas caducas; su alma se remontaba siempre a lo imperecedero, a la vida sin fin. En las reflexiones del Hno. Federico se lee: "Hubiese querido vernos tan firmes en la vocación como él y compartir la confianza en Dios, que él mismo poseía en tan alto grado". (Positio, p. 1065)
Por eso pedimos hoy a nuestro Padre
Dios ser
perseverantes como Gabriel.
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