3.- El
arte de crecer
La madurez, objetivo final del crecimiento humano, es un estado relativamente estable en el cual el individuo se encuentra bien adaptado, siente gusto por la vida y está logrando su autorrealización en la apertura al otro.
La maduración de la persona supone un proceso. La construcción o elaboración de un proyecto de vida forma parte de ese proceso de maduración afectiva e intelectual y, como tal, supone aprender a crecer. El arte de crecer supone la posibilidad para cada sujeto de complementar tareas y aspectos fundamentales.
Elementos del desarrollo personal
He aquí algunos de los elementos que debes trabajar para avanzar en tu proceso de crecimiento.
- Los valores son guías que orientan nuestros comportamientos:
- Universalismo:
se busca la equidad, la inteligencia, la justicia social
- Benevolencia:
importan el perdón, la honestidad y la lealtad
- Tradición: se
pone énfasis en la devoción, la humildad y la moderación
- Conformidad: se
destacan la cortesía, el respeto y la autodisciplina
- Seguridad: son
importantes el sentido de pertenencia, el orden y la salud
- Poder: se
enfatizan el reconocimiento social, la imagen pública y la autoridad
- Logro: se
valoriza la consecución de ambiciones, capacidad y éxitos
- Hedonismo: se
busca el placer y disfrutar de la vida
- Estimulación:
se da importancia a la curiosidad y la búsqueda de lo novedoso
- Autodirección: se destacan los sentimientos de libertad e independencia personal
- Responsabilidad. Aprender a actuar con responsabilidad significa básicamente hacerse cargo de las consecuencias de las propias decisiones, reconocer que no se está solo, que hay otros con los que debemos convivir, interactuar, crecer juntos.
- Respeto. Desarrollar actitudes de consideración, ser capaces de compartir y aprender a aceptar las diferencias, esperar del otro y de uno mismo lo que realmente podemos dar, aceptando las posibilidades y limitaciones individuales y grupales.
- Autoconocimiento. Tener cierta conciencia de los propios motivos, deseos, ambiciones y sentimientos. Apreciar en forma realista las propias virtudes y defectos, ese combate interior que se desarrolla entre los impulsos del egoísmo y las aspiraciones de solidaridad.
- Autoestima y sano aprecio de sí mismo. Conocerse a sí mismo como persona capaz de participar eficazmente en la sociedad.
- Madurez y adaptación social.
- Capacidad de ser productivo y feliz. Ser apto para emplear las capacidades personales en una actividad productiva y hacerlo con empeño y entusiasmo. El rendimiento en el trabajo le produce felicidad. Quien camina en el arte de crecer sabe y saborea mayor felicidad en dar que en recibir, en producir que en consumir, en sonreír que en lamentar.
- Capacidad para aceptar y dar afecto a otros. Tener sensibilidad a las necesidades y sentimientos de los demás. La persona madura tiene relaciones de amistad satisfactorias con las demás personas.
- Ausencia de tensión y de hipersensibilidad. Las personas maduras y adaptadas gozan de la serena entereza y firmeza que les concede la seguridad y confianza que tienen en sí mismas.
Otros factores que entran a formar parte de la personalidad madura pueden ser: la aceptación de sí mismo y de los demás, la espontaneidad, la alegría de la vida, el factor religioso, la creatividad, el humor, la reacción ante las dificultades y los cambios, la satisfacción por el trabajo en los objetivos propuestos, la identidad o unidad mental, el ser agradecido por los favores recibidos, etc.
En síntesis, la persona madura debe ser capaz de trabajar, amar, descansar y adorar.
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